martes, 12 de mayo de 2009

TRANSFERENCIA: ENTRE EL AMOR, EL SABER Y LA VERDAD

Por Fabiana Chirino O.
La transferencia fue definida junto al Inconsciente, Pulsión y Repetición, como uno de los 4 conceptos fundamentales del psicoanálisis, que refiere a la relación entre paciente y analista, entre un sujeto que dividido desconoce la verdad sobre su padecimiento, y un Otro al que se le supone un saber. Freud, construyó este concepto a partir de los impasses dentro del análisis de Ana O con Breuer, donde evidenció que se trataba del desplazamiento de afectos amorosos (y hostiles) a la persona del analista, pero que en realidad no le correspondían a él, sino al lugar que encarnaba: el Lugar del saber. De allí, el término transferencia, nos remite a transferir, trasladar, trasportar, desplazar algo de un lugar a otro. Lacan en el seminario 11, señala: “la transferencia en la opinión común es representada como un afecto, se la califica de positiva o de negativa. De manera general se admite no sin fundamento, que la transferencia positiva es el amor…” (Lacan; :). Por lo que en su vertiente libidinal la transferencia involucra afectos de amor o de odio transferidos al analista, sin embargo, más allá de la aparente relación dual entre dos personas, la transferencia es un “concepto determinado por la función que tiene en una praxis”, que implica a dos sujetos del inconsciente. Conduciendo el concepto de transferencia más allá de lo imaginario, Lacan plantea una relación entre transferencia y repetición al decir que “lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta. Esta conducta, para revelar lo que se repite se ofrece a la reconstrucción del analista” (Lacan; 1999: 135). Este nuevo viraje del concepto de transferencia hacia lo real, lo que se repite en tanto no se articula, lleva a Lacan a discutir la diferencia entre la verdad y el saber. La verdad, no es el saber, sino más bien el no saber!!, esto porque la verdad es aquello de lo cual el saber no puede enterarse, sino haciendo actuar su ignorancia. De allí la tendencia humana a suponer un saber en el Otro. Esta segunda definición, nos remite a la vertiente epistémica de la transferencia, asociada al deseo de saber, y la búsqueda de ese saber en el Otro, lugar inicialmente ocupado por el analista, pero que procurará dejar, para quedar en el lugar de objeto a, que causa el deseo de saber y otorga la verdad, ya que ésta queda velada. La verdad es lo que queda sin aprehenderse, es aquello que a pesar de ser tan buscado, resulta nunca encontrado. Miller en su libro De la Naturaleza de los Semblantes retoma un cuento para explicar la relación entre la verdad y la fábula. Un día la verdad le dice a la fábula: “Una prueba que soy más bella que tu, fábula es que nunca temo aparecer completamente desnuda. Mi velo es el pudor, mis encantos constituyen su adorno, simple e inocente solo persuado en beneficio de la virtud, soy hija de los dioses, alma de los verdaderos placeres, objeto natural de todo lo que piensa, y tu desdichada hija de la ilusión y de la mentira, tu belleza no es más que un disfraz impostor, y tus placeres sueño que se desvanecen”. Ante lo cual la fábula responde: “Oh verdad todos los hombres temen escucharte, pero eres tan difícil de penetrar que escapas incluso a los ojos de la razón…” La razón llamada a dirimir la cuestión señala, que la verdad tan pura como bella, es insoportable, mientras que los ornamentos de la fábula sirven sólo para hacer soportable a la verdad. Este relato nos remite a que la fábula opera como un semblante o velo que encubre la verdad, en tanto ornamentos discursivos o formaciones del inconsciente, que esconden o transfiguran la verdad inconsciente. En este sentido, la transferencia es el fenómeno que se produce entre el sujeto que desde su lugar de desconocimiento, no sabe, lo que encubre la verdad inconsciente que determina su síntoma y su padecimiento, y el analista al que el sujeto le supone un saber, pero que en virtud de su ética, renuncia al saber absoluto, para hacer uso del semblante, de disfraz de saber que el paciente le propone, para mover el deseo de saber del sujeto. Pues de eso se trata, de que el amor, no al analista, sino al saber mueva al sujeto de la posición de goce, de bella alma, de desconocimiento o de queja, a cuestionarse por su deseo y en consecuencia desee saber sobre aquello hasta el momento rechazado. De allí se entiende que la transferencia es motor o pivote de la cura analítica, que articula el amor al saber, conduciéndolo a la vertiente epistémica, a la búsqueda del Agalma ese objeto preciado que está en circulación entre el sujeto y el analista. Por lo tanto, el analista usa la transferencia como una estrategia o estratagema que como en la guerra, permite hacerle frente a las resistencias y sostener el deseo de saber, atemperando el goce y habilitando al sujeto a la dimensión de la falta, del no todo y de la responsabilidad sobre su síntoma, sus elecciones y su posición frente al mundo, produciendo más que efectos terapéuticos, modificaciones subjetivas.
Notas: 1) Lacan “Seminario 11. Cuatro conceptos fundamentales”. Buenos Aires, Argentina. 2006: Ed. Paidós 2) J.A. Miller. “De la Naturaleza de los semblantes”. Buenos Aires, Argentina. 2005: Ed. Paidós